Estudié Fisioterapia y al acabar, tenía muy claro cuál quería que fuera mi especialización: elegí acompañar a la mujer en las diferentes etapas de su vida, ayudándolas a entender y a cuidar su cuerpo.
Es por eso que hace más de 15 años que ayudo a las mujeres a recuperar su vida íntima y a ser más conscientes de su cuerpo.
"La capacidad de la mujer de dar vida a la vida me maravilla"
Cuando estoy en la consulta valorando y trabajando la tripa de una mujer embarazada, no puedo dejar de sorprenderme al pensar que ahí dentro hay un bebé. Esto hace que tu cuerpo, que nuestro cuerpo, sea pura magia, ¿no te parece? En casa nos gusta decir que los niños son multiplicadores de emociones. Y ahora que soy mamá, disfruto cada día de lo que mis hijos me dan y lo que me enseñan.
Sin embargo, también porque soy mamá, sé que volver a sentirte bien en tu cuerpo tras un parto puede ser un proceso largo y complejo.
Te diré algo: el cómo te hables a ti misma, es muy importante
Tú y yo sabemos que el embarazo y el parto dejan huella en el cuerpo de la mujer. Recuperar la función después del parto es clave para prevenir patologías futuras, y la forma en la que afrontes esta etapa tan delicada, es clave. Por eso quiero acompañarte.
Ayudo a solucionar síntomas como la incontinencia urinaria, prolapsos, diástasis, estreñimiento o dolor sexual. Porque a veces los casos que veo en consulta van más allá de una cicatriz o una simple pérdida de orina. Detrás de ello suele haber dolor, vergüenza e impotencia… Por eso siento tanta gratitud por dejarme ayudarte en tu recuperación.
Además de ayudar a mujeres en consulta, también colaboro como docente de profesionales en diversos cursos y posgrados.
La combinación entre docencia y práctica clínica me ha permitido tener un método de trabajo que disfruto mucho transmitiendo a otros profesionales. Creo que he sabido encontrar el equilibrio entre ambos aspectos y que así, también consigo que mi ayuda a la mujer y al cuerpo femenino, sea mucho más completa.
A mis alumnos siempre les digo que deben ser agradecidos. Los pacientes a los que tratamos se desnudan física y emocionalmente. A veces nos encontramos con casos que, más allá del problema en sí o de sus síntomas, esconden culpa, vergüenza o impotencia. Y nosotros tenemos que acompañar a esos pacientes en el camino de la aceptación y solución de su problema con la máxima generosidad posible.
